Como sucede con la mayoría de los asiáticos, resulta complicado adivinar su edad. En cada gesto cambio de opinión; la actitud pensativa le marca las arrujas de la frente y me aventuro sobre los 40 o 45 anos, sin embargo cuando regresa al mundo de los mortales, bien abierto los ojos y con una sonrisa de dentadura blanca y casi completa, un semblante infantil y primario le trasfigura,y entonces me pierdo... En realidad no es que me importe demasiado, los convencionalismos de la edad nunca hacen justicia, y a decir verdad prefiero concentrarme en lo que explica a continuación:
Entre sus modestas posesiones destaca una desvencijada bicicleta con una rueda extra que le asiste cuando pierde el equilibrio.Intento entender como pueden tantos objetos permanecer en su sitio después de una jornada kilométrica: Un gran cuadro de buda con repisa e incienciario en el frontal, un paraguas, una bandera de Camboya,otra imagen más pequena presidida de la bandera budista multicolor, un CD a modo de reflector nocturno... El secreto está en el corcho blanco, que conforma el esqueleto de tal irreverente estructura.Cualquiera pensaría que se trata de un artilugio infernal producto de una mente enferma, si no fuera por los innumerables molinos de papel que sobresalen por doquier.
-"Entonces le quitamos la etiqueta de infernal" -pienso- , "sin embargo mantengo lo de enfermo"-Determino-,carpetazo mental y el personaje pasa a los archivos curiosos de mi memoria a largo plazo, sin embargo, no iba a ser ese su destino.
Días más tarde mi mujer me comenta que había conocido a un senor que le recordaba mucho a un familiar suyo fallecido recientemente;
-"cada día vemos gente maltrecha y necesitada pidiendo en las calles y viviendo en las aceras, y eso me hiere el alma, pero no sé por qué motivo este senor me afecta de manera especial"."He decidido llevarle algo de comer de vez en cuando, facilitarle algo de dinero para otros gastos y comprarle papeles de colores para que pueda continuar initerrumpidamente la labor de fabricar molinos de papel": MOLINOS DE PAPEL! no lo podía creer.